A ese sol que me acaricia, como amante,
cada mañana y me despierta con su beso,
le robaré un cálido rayo que, travieso,
jugueteará en tu cabello y tu semblante.
Del firmamento, mi manto azul de estrellas,
escogeré una, quizás la más pequeña.
Tendrá tu nombre, tú serás su dueña
y cuando la mires te reflejarás en ella.
A la luna, mi nocturna confidente,
le pediré que para ti hoy luzca llena,
que te sonría mientras le cuentas las penas
de tu maltrecho corazón adolescente.
Y por la noche, del susurrante viento
que me murmura al oído sus secretos,
tomaré un soplo, el más ágil e inquieto,
para que, lejos, se lleve tu lamento.
Sé muy bien que hoy el espejo te hace daño,
pero yo miro en tu interior, niña bonita.
No le des prisa a esa mujer que en ti ya habita
y deja al tiempo que germine en tus trece años.
Y en la espera, no te canses de tejer
sueños que callas pero que en tus ojos leo,
que si tú ves en ti solo a un patito feo
yo ya vislumbro a un bello cisne hecho mujer.
cada mañana y me despierta con su beso,
le robaré un cálido rayo que, travieso,
jugueteará en tu cabello y tu semblante.
Del firmamento, mi manto azul de estrellas,
escogeré una, quizás la más pequeña.
Tendrá tu nombre, tú serás su dueña
y cuando la mires te reflejarás en ella.
A la luna, mi nocturna confidente,
le pediré que para ti hoy luzca llena,
que te sonría mientras le cuentas las penas
de tu maltrecho corazón adolescente.
Y por la noche, del susurrante viento
que me murmura al oído sus secretos,
tomaré un soplo, el más ágil e inquieto,
para que, lejos, se lleve tu lamento.
Sé muy bien que hoy el espejo te hace daño,
pero yo miro en tu interior, niña bonita.
No le des prisa a esa mujer que en ti ya habita
y deja al tiempo que germine en tus trece años.
Y en la espera, no te canses de tejer
sueños que callas pero que en tus ojos leo,
que si tú ves en ti solo a un patito feo
yo ya vislumbro a un bello cisne hecho mujer.