domingo, 12 de junio de 2011

Calma

Dejó las puertas abiertas
y el corazón sin cerrojo.
Echó la llave al olvido
y, tras ella, sus enojos.

Se acomodó en el sofá
entre cojines floreados
y desabrochó de su alma
los botones del pasado.

A sorbos bebió un café
y sus lágrimas, de un trago.
Y acordó consigo misma
que eran suficiente pago.

por primaveras marchitas,
por veranos tormentosos,
por otoños sin colores,
por inviernos tenebrosos.

 Escuchó a su propia voz
decir en voz alta: “sola”
y a un murmullo en su interior
que le susurraba: “hola”.

Se encontró tras mucho tiempo
y se abrazó con tibieza,
sonrió a la que un día fue
y se rió de su tristeza.

Paladeó el silencio
como manjar exquisito,
que endulzó el eco amargo
de aquellos odiosos gritos.

Y se acarició la piel
por los golpes maltratada.
Fuera ya era de noche
y en su interior, madrugada.

Tomó un baño de sosiego
y se enjabonó de calma,
lavó su negra memoria
y se perfumó el alma.

Se despojó de sus miedos,
se arropó en su confianza
y un beso de buenas noches
le regaló la esperanza.

Descansó en la libertad
de quien ya no tiene dueño
y esa noche, al fin, durmió
el más feliz de sus sueños.
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miércoles, 8 de junio de 2011

Muerto de hambre

Ni un "gracias" ni un "adiós"
y yo me quedo
más ancha que Castilla
y toco el cielo.

Tu sonrisa arrogante
y tu desprecio
ni un comino me importan.
Tan solo medio.

Se borró en tu memoria
que, como un perro,
de mi mano comiste.
Fui tu alimento.

Y tras la mano vino,
tal era tu hambre,
el resto de mi cuerpo
hasta saciarte.

Tú te quedaste harto
y yo en los huesos,
que en mi cama tuviste
festín completo.

Te pusiste las botas
antes de irte
y dejar a dos velas
tu buffet libre.

Anémico de amor,
más que comerme,
me devoraste toda.
Hasta la mente.

Por tu boca pasó
todo mi cuerpo
hasta quedarte lleno
y satisfecho.

De bocado en bocado,
de sol a luna,
tu voraz apetito
se tornó en gula.

Y ahora que el señor
está colmado,
le apetece comer
en otro plato.

Pues anda y que te den,
y ni me llames.
Busca a otra a quien dejar
para el arrastre.

Y recuerda ese tiempo
que, aunque breve,
a mi costa pudiste
comer caliente.
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