viernes, 22 de octubre de 2010

Otoño maldito

Despacio y casi a traición
me robas noches de estrellas,
cálidas, largas, serenas,
con sabor a mar y ron.

El frío soplo de tu viento
se lleva consigo el perfume
de azahar, aroma dulce,
y deja tras de sí el lamento

de árboles que, en su belleza,
lucían ayer verde capa
y hoy, seca hojarasca,
crujen, bajo mis pies, tristeza.

La lluvia es llanto del cielo
al que alzan suplicantes ramas
que, como en plegaria, claman
en su desnudez, consuelo.

Temblorosas, a tu paso,
silencian su canto las aves
porque, como yo, bien saben
que tu presencia es ocaso.

Presagio en el aire y en mí
un invierno ya cercano,
mientras mi sol de verano
apagas con tu manto gris.

Eres fin de claros días,
bordados de luz y colores…
No me gustas porque escondes
tras de ti, melancolía.

Reavivas con tu presencia
pérdidas irreparables,
cual mensajero implacable
de rupturas y ausencias.

No esperes, pues, que te cante
como hacen tantos poetas
ni que mis humildes letras
te hilvanen versos brillantes.

Supongo que estaba escrito
el no llegar a querernos…
Entre primavera e invierno
sobras tú, otoño maldito.
Safe Creative #1010247665121

jueves, 14 de octubre de 2010

Todo un derroche

No es guapa, pero sus ojos
reflejan tanta belleza
que a su paso, más de uno,
se prende de su tibieza.

Esconde un alma bohemia
vestida de sencillez,
lo que le ofrece la vida
se lo bebe de una vez.

No es mucho pero da igual,
es feliz y poco espera,
tan solo que a su libertad
nada le ponga barreras.

Canta en invierno y verano,
cigarra tendida al sol
y se ríe aunque la vida
a veces le cuele un gol.

Solo es su amiga luna
testigo de esa pasión
a la que a solas le entrega
cuerpo, alma y corazón.

Celosa de sus sentimientos
escribe, solo para ella,
y en cada uno de sus versos
hay un reflejo de estrellas.

Y sueña con ese día,
mientras escribe de noche,
en que el azar le regale
de amor, todo un derroche.

Pero unas noches al mes
pasión y sueño abandona
para correr a ese bar
de música machacona.

En donde sirviendo copas
para aburridos clientes
gana un sueldo que es escaso
pero que le es suficiente.

Y entre copas y más copas,
hasta que despunta el día,
su mente hilvana versos
y va tejiendo poesía.

Cansado de la oficina
él pasaba por allí,
ejecutivo agresivo
pendiente de Wall Street.

La Bolsa con sus vaivenes
llena de cifras su mente,
frío mundo que decoran
secretarias imponentes.

Quiere tomarse un respiro
y topa con ese bar,
duda por unos instantes
y, al fin, se decide a entrar.

Con su traje hecho a medida
y su corbata de seda
desentona entre tejanos
y piensa si se va o se queda.

Si se va, nadie le espera
en su casa de diseño
donde también con la luna
comparte un secreto sueño…

Que no precise comprar
compañía cada noche
y que el azar le regale
de amor, todo un derroche.

Duda entre pagar caricias
o brindar consigo mismo…
Piensa: “un trago es más barato”
sonriendo con cinismo.

La ve, pero no la mira
cuando le pide la copa
a esa joven, tras la barra,
hasta que en sus ojos topa.

Siente que el vaso helado
al calor de esa mirada
se derrite, y se despierta
su alma aletargada.

Metódico y previsor
de su vida y de sus actos
se estremece al recibir
de sus ojos, el impacto.

Al rey de la oratoria
le tiembla también la voz
y solo escucha el latido
de su corazón, veloz.

Por primera vez, en años,
vuelve a sentirse vivo
y busca en esa muchacha
donde esconde su atractivo.

Poco agraciada y, aún así,
su sonrisa es tan bella
que entre cientos de bellezas,
brillaría cual estrella.

También queda ella atrapada
en ese hombre elegante
que, caído de otro mundo,
le resulta fascinante.

La mira de una manera
que la hace sentir especial
y siente que un escalofrío
recorre su espina dorsal.

Se funde el hielo en la copa,
se rompe el hielo entre ellos…
Una barra entre los dos
Y la luna en el cielo.

Ella le abre el corazón
y le habla de sus poesías,
él, de su aburrida vida
atrapada en grises días.

Y navegando los dos
en un mar de confidencias
saben, al cerrar el bar,
que ha cambiado su existencia.

Quien no durmió en su casa,
lo hizo en el Edén.
Testigo fue solo la luna
que se vistió de satén.

Quien dijo el primer “te quiero”
muy poco importa porque,
mirándose a los ojos,
dijo el otro “yo también”.

Y la luna lució, llena,
su gran sonrisa esa noche
en que el azar les regaló
de amor, todo un derroche.
Safe Creative #1010137569935

miércoles, 6 de octubre de 2010

Miedo

En mis horas de insomnio y pesadillas
negros soldados de la noche me visitan
como fantasmas al acecho de mis sueños
me rodean, me amenazan, me vigilan…

De un soplo helado apagan las estrellas
y oscurecen la plata de la luna,
se ensañan con Morfeo, que se escapa,
dejándome a merced de las tinieblas.

El tiempo se detiene en el silencio
de la oscura eternidad que me rodea
y mis pupilas son un pozo de la nada
donde caigo empujada por el vértigo

Mis terrores abandonan su mazmorra,
mis miedos son tangibles y reales
y rodean mi garganta hasta ahogarme
mientras me observan, inmóviles, las horas.

Naufrago entre amenazantes sombras
y el silencio chirría en mis oídos,
a la deriva me estrello contra el eco
de la quietud insoportable de mi alcoba.

Exhausta abrazo al sol que me rescata
de la angustia de una noche de delirio
donde el sueño se tornó en pesadilla
que se esfuma con la luz de la mañana.

Su caricia me acuna y me despierto
zozobrando entre brumas y penumbras
hasta que el día deja atrás la negra noche
y, aún somnolienta, me río de mis miedos.
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