lunes, 26 de octubre de 2009

Primavera en otoño

Tú con sesenta y uno
y yo con cincuenta y tres.
El amor, tan caprichoso,
nos llegó en la madurez.

Y cómplice el azar
con el juguetón destino,
salieron a nuestro paso
y el amor nos lanzó un guiño.

Se saltó a la torera
cicatrices en el alma,
arrugas en nuestra piel
y heridas de mil batallas.

Se borraron de un plumazo
las derrotas y fracasos
que otros antiguos amores
nos dejaron a su paso.

Nuestro amor, en el otoño,
florece cual mes de mayo.
Primavera en nuestra piel
y verano en nuestras manos.

El espejo de sus ojos
no ve mis patas de gallo.
Las canas se tiñen con besos
que los dos nos regalamos.

La pasión nos estremece
como a dos adolescentes,
se apodera de la piel.
se adueña de nuestras mentes.

El deseo va más allá
de nuestros cuerpos desnudos
y aunque suene a incongruencia,
nunca el deseo fue tan puro.

El reloj borra las horas
y el calendario, los meses.
Cuando estamos piel con piel
hasta el tiempo se adormece.

No es un amor a destiempo
ni vamos contra reloj,
ni es demasiado tarde,
ni se nos pasó el arroz.

Y, de nuevo, adolescentes,
el amor no tiene prisa.
Es primavera en otoño
y el viento se vuelve brisa.

Lo malo fue para bien,
no desesperé en la espera
y la vida me regaló
en otoño, primavera.
Safe Creative #1005116266134

viernes, 23 de octubre de 2009

Zapatitos de charol

Zapatitos de charol
que al mirarlos deslumbraban
y en mi cabello dos trenzas
que al viento se balanceaban.

Domingo frío de Ramos
y yo jugando en los charcos
que para mí eran mares
y mis zapatos, dos barcos.

“Como te vea tu madre
manchar los zapatos nuevos
se pondrá hecha una furia…
La verdad, no es para menos”

Y una traidora sonrisa
delataba su ternura
haciéndose con su mirada
cómplice de mi travesura.

Cuatro años por detrás
y la vida por delante.
De la mano de mi padre
paseando por el parque.

Princesa era en mis sueños
de un palacio de cristal
y protegiendo sus muros
mi padre era el guardián.

Y colgada de su mano
me sentía tan segura
que con solo ir a su lado
me crecía en estatura.

Como iba a imaginar
que en tanto que yo crecía,
siguiendo siempre mis pasos,
el guardián envejecía.

Zapatitos de charol
se me quedaron pequeños.
Las trenzas ya me corté.
Se terminaron los juegos.

Me hice mayor y volé
de mi diminuto mundo
mi padre me vio partir
hacia otro nuevo rumbo.

Y guardó mis zapatitos,
que antaño habían sido barcos,
y buscó, sin encontrar,
mi reflejo en los charcos.
Safe Creative #1005116266158

lunes, 19 de octubre de 2009

A mi almohada

Cálida como el abrazo de un amigo, acogedora como el seno materno, suave como la caricia de un niño… Tantos años contigo y te tengo tan olvidada…Tan segura te sé que casi te ignoro y aún así tú, fiel compañera, esperas cada noche mi regreso y me ofreces reposo.
Me brindas refugio cuando la realidad me persigue, descanso cuando el mundo me cansa y contigo, noche tras noche, viajo al mundo de los sueños.
Te he empapado con mis lágrimas, cuando la pena me ahogaba, y con mi sudor cuando las pesadillas parecían reales. Sabes de todos mis sueños... los que se hicieron realidad y dejaron de serlo, los que nunca lo serán, los que invento cada noche, los que mueren cada día, los inconfesables…

Junto a ti le he puesto alas a mi imaginación, le he soltado las riendas a mi fantasía, he olvidado recuerdos y he recordado olvidos. En ti he reposado mi cabeza, llena de miedos y dudas, repleta de mil cosas por decir y de otras mil por callar. Has serenado mis alterados pensamientos, has mitigado mis penas solo con tu suave contacto. Pegada a ti he cerrado los ojos ahuyentando fantasmas y he escuchado sólo la voz de mi corazón.
Has vivido conmigo noches en vela, noches negras e interminables, plagadas de soledad. Te he golpeado descargando en ti mil rabias incontroladas... Has sido testigo de falsos abrazos, de besos a destiempo, de amores de ida sin vuelta. Pero también en ti he sofocado risas y carcajadas en horas felices, en mágicas noches, esas en las que hubiera deseado detener el tiempo… Y te tengo tan olvidada…

Cuantos años siendo mi confidente silenciosa y sabiendo que siempre te encontraré cuando te precise, como a una buena y vieja amiga.
Te ignoro cuando te tengo, pero te añoro cuando me falta tu familiar cobijo. Por eso, no me tengas en cuenta tanta indiferencia porque siempre vuelvo a ti. Acoge esta noche, una vez más, mis íntimos secretos, mis locas fantasías, mis alborotados pensamientos y entremos juntas, de nuevo, en ese mundo que sólo tú y yo conocemos, el de los sueños, el del olvido y el de las realidades efímeras. Deja que me lance contigo a la aventura del sueño por estrenar.
Sé que el mundo sigue ahí fuera, con su ir y venir frenético, con sus locuras, con sus tragedias, pero cuando reposo en ti todo se desvanece, todo se mitiga, todo queda lejos, muy lejos de aquí. Entonces, sólo entonces, vuelo al mundo irreal y feliz de los sueños y tú, como siempre, conmigo.

Safe Creative #1005116266202

miércoles, 14 de octubre de 2009

Carta a un amargado


Mira, si te digo la verdad, a mí no me gustas en absoluto. Es más, procuro alejarme de los que son como tú como alma que lleva el diablo. No fuera a hacerse realidad aquello de que todo lo malo se pega. Y para contagios, pues prefiero que me contagien la risa, no te voy a engañar.
Aún así, me resultas un personaje cercano porque… ¿quién no ha tenido la desgracia de toparse una vez, o más, en su vida con alguien como tú? Sois una especie que no se extingue y que os alimentáis de vuestra propia insatisfacción. Sólo en un hipotético mundo perfecto no tendríais razón de ser. Y aún así, os amargaría tanta perfección.
Sin embargo, lo tuyo no deja de tener un gran mérito, te lo reconozco. Pasar por la vida sin ideales, sin ilusiones y teniendo como único objetivo el criticar, despreciar y censurar todo cuanto te rodea debe costar lo suyo ¿no? Alguna vez intento ponerme en tu pellejo pero, por más que me esfuerzo, te aseguro que no lo consigo. Miro a mí alrededor y veo cosas que me desagradan, es cierto. A veces, hasta demasiadas. Pero siempre, inevitablemente, descubro muchas otras que me gustan, que me entusiasman, que me hacen sentir viva y feliz. Y automáticamente mis labios dibujan una sonrisa. Pero tú, no. Nada de nada provoca en ti, aunque sea sólo por un minuto, esa maravillosa sensación de sentirse feliz. No deja de ser admirable tu capacidad para negar lo evidente.

Además, eso de no sonreír nunca, pero nunca, nunca… Ya no digo reír… ¡por Dios, qué locura! Pero una sonrisita muy de cuando en cuando ¿no crees que te resultaría beneficiosa? Porque mira que es sano eso de soltar unas carcajadas… ¡Si lo sabré yo, que una vez hasta se me desencajó la mandíbula! En fin, tú verás…
Aunque, claro, todo tiene sus ventajas. Hasta el ser como tú. No debes preocuparte por lucir una dentadura perfecta, de esas que lanzan destellos al sonreír, porque tú no sonríes... desconoces el delicioso apuro que representa tener que aguantarse la risa, porque tú nunca ríes… Ya ves, al contrario de ti, hasta a tu negatividad absoluta le veo su lado positivo… ¿Sabes? La famosa teoría del vaso medio lleno o medio vacío se va al traste contigo porque tú, no es que lo veas medio vacío… es que lo ves vacío del todo. Eso, suponiendo que llegues a ver el vaso.
Serio, taciturno, huraño, con el entrecejo fruncido y la comisura de los labios apuntando siempre hacia abajo, pareces sacado de la época victoriana. Con semejante aspecto y tu perpetuo malhumor, es evidente que nadie reclamará tu presencia en una fiesta aunque, eso sí, serás el invitado idóneo para un funeral.

Mira, yo es que ya te imagino de pequeñito, porque lo que está claro es que desde muy temprana edad ya nos vamos consolidando en lo que seremos de mayores, y tú debías tener muy buenas aptitudes, a juzgar por los resultados. Seguro te molestaban los otros niños con su griterío, te molestaba tu hermano pequeño cuando lloraba (espero que no sintiera esa necesidad tan común en los pequeños de imitar al mayor), te molestaban los compañeros de clase con sus bromas, te molestaba tu familia y hasta el gato del vecino cuando maullaba...
Y luego, en la adolescencia, más de lo mismo. Ni fiestas porque todos acababan borrachos o fumando porros, ni chicas porque solo traían problemas… Con semejantes antecedentes tenías asegurado el ser lo que ahora eres, hombre amargado y mediocre. Te has ganado a pulso el llegar a donde estás ahora, que es en ningún sitio. Has tenido muchos años de práctica y el quejarte es ya para ti algo tan mecánico y necesario como respirar. Todos están en tu punto de mira y nadie se escapa.

En el trabajo te molesta el jefe por ser el jefe, sin más. La secretaria por ser mujer, coqueta y alegre. Los compañeros porque son unos pelotas o porque se atreven, de cuando en cuando, a contar un chiste y reírse como locos…
El vecindario tampoco se salva. Desde el vecino que tiene la música muy alta, pasando por el otro que tiene niños y aquel que deja abierta la puerta de la escalera. Que si los chavales hacen un ruido infernal con las motos, que si los clientes del bar gritan demasiado, que si no se puede aparcar en ningún lado, que si las aceras son muy estrechas… Todos te irritan, todos te molestan.
¿Y el Ayuntamiento? Por supuesto, no podía faltar el Ayuntamiento. Que si está lleno de chorizos, que los servicios públicos funcionan fatal, que se nos comen a impuestos, que la policía no hace nada contra tanta delincuencia…
Y, como no, le llega el turno al gobierno. Ay, el gobierno… ¡Anda que ahí no tienes tema! Que no hacen nada bien, que a donde vamos a ir a parar, que no saben resolver la crisis, que cada día hay más parados, que no vale la pena votar a nadie, que son unos ineptos, que eso antes con Fulanito no pasaba, que si ganaran los míos esto se acabaría, que si yo mandara todo iría como una seda… Siempre el mismo discurso, cargado de frases envenenadas. Te sientes el hombre más amargado del mundo y eso, en el fondo, te gusta.

Tienes tus minutos de gloria, claro, porque siempre hay un público para ti, tan descontento y amargado como tú. Te llenas la boca hablando de problemas pero sin plantear soluciones, criticas pero no ves tus propios errores, juzgas y sentencias sin conocer el significado de la palabra tolerancia…Tu dedo acusador señala a todo y a todos. Menos a ti.
Bueno… ¿seguimos? Tu máxima satisfacción la consigues arremetiendo contra los más débiles, los parias, los marginados. Tienes una larga lista donde elegir. Prostitutas, inmigrantes, indigentes, drogadictos… Por supuesto, sin olvidar nunca a la mujer, blanco fácil de personajes como tú. Que si van provocando y luego pasa lo que pasa, que si ninguna es como las de antes y que, menos mi madre y mi hermana, todas son lo que son… (por supuesto, no mencionas a tu mujer porque es evidente de que no tienes mujer), que si se acuestan con quien les apetece, que si abortan…
Los adolescentes, todos una pandilla de golfos y maleducados. Los profesores, ya no saben ejercer su autoridad como antes. Los padres malcrían y consienten todo a sus hijos… La lista es interminable.

¿Te has parado alguna vez a pensar cuantas personas, no muy lejos de ti, desearían estar en tu lugar, sólo por el hecho de tener algo de lo que quejarse?
Eterno insatisfecho, perenne descontento, malhumorado crónico y con ínfulas de dios infalible… pasas por tu absurda vida envuelto en un halo gris, tan gris como tú y todo en ti desprende un tufillo a fascista que tumba.
Pues nada, hombrecito mediocre y ruin… sigue con tu brillante carrera que tú prometes. No te digo que tienes el cielo asegurado, pero sí una vida repleta de vacíos, de frustraciones y. como no, de amargura.
¡Ah…se me olvidaba!… Si alguna vez notas un dolor agudo en las comisuras de los labios y sientes un dolor atroz en la mandíbula, ten mucho cuidado… acabas de sonreír y eso, dada tu inexperiencia en ello, puede provocarte una parálisis facial de difícil recuperación.
Safe Creative #1005116266233

lunes, 5 de octubre de 2009

Aún así...

Podría explorar y conocer todos los rincones del mundo. Atravesar desiertos y cruzar océanos, perderme por las calles de todas las ciudades y llegar hasta la más recóndita de las aldeas. Subir hasta el pico más alto y bajar hasta el fondo del mar. Aún así, me quedaría aquí, en el mismo sitio donde estoy ahora.

Podría leer todos los libros del mundo. Devorar con mis ojos miles y miles de páginas. Dejarme fascinar por sus relatos, su narrativa, su perfecto estilo literario. Vivir sus aventuras, sentir sus emociones y enriquecer hasta el límite mis conocimientos Aún así, el lugar preferente en mi biblioteca lo ocuparía siempre el mismo libro.

Podría escuchar todas las canciones del mundo. Dejarme llevar por melodías maravillosas y acordes todavía desconocidos. Llorar con el lamento de un blues, vibrar con el ritmo de una samba, electrizarme con la fuerza del rock, enamorarme con un bolero o contagiarme con la alegría de las canciones populares. Aún así, mi canción favorita sería aquella que apenas nadie conoce y siempre suena en mi corazón.

Podría oler el aroma de todas las flores del mundo. Embriagarme con sus perfumes, embelesarme con sus fragancias y extasiarme con sus esencias. Respirar el aire perfumado de las brisas de todas las primaveras y de todos los jardines. Aún así, sólo un aroma permanecería indeleble en mi memoria.

También podría besar otros labios, mirarme en otros ojos y abrazar otros cuerpos. Aún así, no quiero. No lo necesito para saber que nadie, absolutamente nadie, me daría el amor que tú me das. Porque no hay lugar más bonito que aquel en el que tú estás, no hay libro más bello que el que tú me regalaste. No hay canción más hermosa que la que bailé contigo, y no hay aroma más embriagador que el aroma de tu piel.

Safe Creative #1005116266271