miércoles, 14 de octubre de 2009

Carta a un amargado


Mira, si te digo la verdad, a mí no me gustas en absoluto. Es más, procuro alejarme de los que son como tú como alma que lleva el diablo. No fuera a hacerse realidad aquello de que todo lo malo se pega. Y para contagios, pues prefiero que me contagien la risa, no te voy a engañar.
Aún así, me resultas un personaje cercano porque… ¿quién no ha tenido la desgracia de toparse una vez, o más, en su vida con alguien como tú? Sois una especie que no se extingue y que os alimentáis de vuestra propia insatisfacción. Sólo en un hipotético mundo perfecto no tendríais razón de ser. Y aún así, os amargaría tanta perfección.
Sin embargo, lo tuyo no deja de tener un gran mérito, te lo reconozco. Pasar por la vida sin ideales, sin ilusiones y teniendo como único objetivo el criticar, despreciar y censurar todo cuanto te rodea debe costar lo suyo ¿no? Alguna vez intento ponerme en tu pellejo pero, por más que me esfuerzo, te aseguro que no lo consigo. Miro a mí alrededor y veo cosas que me desagradan, es cierto. A veces, hasta demasiadas. Pero siempre, inevitablemente, descubro muchas otras que me gustan, que me entusiasman, que me hacen sentir viva y feliz. Y automáticamente mis labios dibujan una sonrisa. Pero tú, no. Nada de nada provoca en ti, aunque sea sólo por un minuto, esa maravillosa sensación de sentirse feliz. No deja de ser admirable tu capacidad para negar lo evidente.

Además, eso de no sonreír nunca, pero nunca, nunca… Ya no digo reír… ¡por Dios, qué locura! Pero una sonrisita muy de cuando en cuando ¿no crees que te resultaría beneficiosa? Porque mira que es sano eso de soltar unas carcajadas… ¡Si lo sabré yo, que una vez hasta se me desencajó la mandíbula! En fin, tú verás…
Aunque, claro, todo tiene sus ventajas. Hasta el ser como tú. No debes preocuparte por lucir una dentadura perfecta, de esas que lanzan destellos al sonreír, porque tú no sonríes... desconoces el delicioso apuro que representa tener que aguantarse la risa, porque tú nunca ríes… Ya ves, al contrario de ti, hasta a tu negatividad absoluta le veo su lado positivo… ¿Sabes? La famosa teoría del vaso medio lleno o medio vacío se va al traste contigo porque tú, no es que lo veas medio vacío… es que lo ves vacío del todo. Eso, suponiendo que llegues a ver el vaso.
Serio, taciturno, huraño, con el entrecejo fruncido y la comisura de los labios apuntando siempre hacia abajo, pareces sacado de la época victoriana. Con semejante aspecto y tu perpetuo malhumor, es evidente que nadie reclamará tu presencia en una fiesta aunque, eso sí, serás el invitado idóneo para un funeral.

Mira, yo es que ya te imagino de pequeñito, porque lo que está claro es que desde muy temprana edad ya nos vamos consolidando en lo que seremos de mayores, y tú debías tener muy buenas aptitudes, a juzgar por los resultados. Seguro te molestaban los otros niños con su griterío, te molestaba tu hermano pequeño cuando lloraba (espero que no sintiera esa necesidad tan común en los pequeños de imitar al mayor), te molestaban los compañeros de clase con sus bromas, te molestaba tu familia y hasta el gato del vecino cuando maullaba...
Y luego, en la adolescencia, más de lo mismo. Ni fiestas porque todos acababan borrachos o fumando porros, ni chicas porque solo traían problemas… Con semejantes antecedentes tenías asegurado el ser lo que ahora eres, hombre amargado y mediocre. Te has ganado a pulso el llegar a donde estás ahora, que es en ningún sitio. Has tenido muchos años de práctica y el quejarte es ya para ti algo tan mecánico y necesario como respirar. Todos están en tu punto de mira y nadie se escapa.

En el trabajo te molesta el jefe por ser el jefe, sin más. La secretaria por ser mujer, coqueta y alegre. Los compañeros porque son unos pelotas o porque se atreven, de cuando en cuando, a contar un chiste y reírse como locos…
El vecindario tampoco se salva. Desde el vecino que tiene la música muy alta, pasando por el otro que tiene niños y aquel que deja abierta la puerta de la escalera. Que si los chavales hacen un ruido infernal con las motos, que si los clientes del bar gritan demasiado, que si no se puede aparcar en ningún lado, que si las aceras son muy estrechas… Todos te irritan, todos te molestan.
¿Y el Ayuntamiento? Por supuesto, no podía faltar el Ayuntamiento. Que si está lleno de chorizos, que los servicios públicos funcionan fatal, que se nos comen a impuestos, que la policía no hace nada contra tanta delincuencia…
Y, como no, le llega el turno al gobierno. Ay, el gobierno… ¡Anda que ahí no tienes tema! Que no hacen nada bien, que a donde vamos a ir a parar, que no saben resolver la crisis, que cada día hay más parados, que no vale la pena votar a nadie, que son unos ineptos, que eso antes con Fulanito no pasaba, que si ganaran los míos esto se acabaría, que si yo mandara todo iría como una seda… Siempre el mismo discurso, cargado de frases envenenadas. Te sientes el hombre más amargado del mundo y eso, en el fondo, te gusta.

Tienes tus minutos de gloria, claro, porque siempre hay un público para ti, tan descontento y amargado como tú. Te llenas la boca hablando de problemas pero sin plantear soluciones, criticas pero no ves tus propios errores, juzgas y sentencias sin conocer el significado de la palabra tolerancia…Tu dedo acusador señala a todo y a todos. Menos a ti.
Bueno… ¿seguimos? Tu máxima satisfacción la consigues arremetiendo contra los más débiles, los parias, los marginados. Tienes una larga lista donde elegir. Prostitutas, inmigrantes, indigentes, drogadictos… Por supuesto, sin olvidar nunca a la mujer, blanco fácil de personajes como tú. Que si van provocando y luego pasa lo que pasa, que si ninguna es como las de antes y que, menos mi madre y mi hermana, todas son lo que son… (por supuesto, no mencionas a tu mujer porque es evidente de que no tienes mujer), que si se acuestan con quien les apetece, que si abortan…
Los adolescentes, todos una pandilla de golfos y maleducados. Los profesores, ya no saben ejercer su autoridad como antes. Los padres malcrían y consienten todo a sus hijos… La lista es interminable.

¿Te has parado alguna vez a pensar cuantas personas, no muy lejos de ti, desearían estar en tu lugar, sólo por el hecho de tener algo de lo que quejarse?
Eterno insatisfecho, perenne descontento, malhumorado crónico y con ínfulas de dios infalible… pasas por tu absurda vida envuelto en un halo gris, tan gris como tú y todo en ti desprende un tufillo a fascista que tumba.
Pues nada, hombrecito mediocre y ruin… sigue con tu brillante carrera que tú prometes. No te digo que tienes el cielo asegurado, pero sí una vida repleta de vacíos, de frustraciones y. como no, de amargura.
¡Ah…se me olvidaba!… Si alguna vez notas un dolor agudo en las comisuras de los labios y sientes un dolor atroz en la mandíbula, ten mucho cuidado… acabas de sonreír y eso, dada tu inexperiencia en ello, puede provocarte una parálisis facial de difícil recuperación.
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13 comentarios:

Mª Rosa dijo...

Parece ser que soy la primera en comentar tu escrito y tengo que decirte que me ha parecido ¡¡fabuloso!! Nuria me ha encantado la descripción que haces de esas personas que viven amargadas y no es lo malo eso, si no que amargan a todo el que está a su alrededor, me alegro de haber pasado por aquí, hoy pensaba cerrar el chiringuito pronto pero después me enredo y ya ves las 2 y todavía estoy aquí sentada.

Besitos
Mª Rosa

Núria dijo...

Ay, Mª Rosa...que me vas a contar...yo también soy de las que cierro siempre tyarde el chiringuito!! Siempre he sido ave nocturna, y supongo que eso queda para siempre...
Gracias por tu comentario, guapetona! Es como tú dices, no sólo se amargan ellos, sino que amargan a los que están a su alrededor. Veo que piensas igual que to!
Un abrazo!
Núria

karla dijo...

He intentado insertar un comentario por dos veces y algo hago mal que no lo consigo, pero a la tercera veremos si lo logro.

Al leer tu escrito he visto reflejadas personas que casi todos hemos conocidos. Yo creo que estos comportamientos deben tener su origen en algún hecho que los ha marcado para siempre indisponiéndoles contra todo. A veces soportar desgracias y ser capaces de volver a sonreír, no debe ser fácil. Hay que agarrarse a algo como tú dices:

“siempre, inevitablemente, descubro muchas otras que me gustan, que me entusiasman, que me hacen sentir viva y feliz. “

Que pena que estos temas no se puedan comentar directamente, con un buen café y un cigiarrillo (aunque solo sea uno). Besos con cariño, karla

Núria dijo...

Estoy segura de que todo tiene un motivo, Karla. Pero yo conozco personas que han vivido grandes desgracias en sus vidas y, a pesar de esa dolorosa carga, viven, sonríen, buscan el lado hermoso de la vida...
Sabes? Yo me refiero a las personas que, aún teniéndolo todo, no están contentas con nada.
Y siempre, a mi cabeza, viene la imagen de esos niños, de cualquier país del Tercer Mundo, que viven en la total miseria y, aún a oesar de eso, sonríen.
Y sí, sería estupendo poder hablarñp cara a cara, con un cafetito por en medio y un cigarrillo (bueno...en mi caso, dos...)
Un abrazo, guapetona!
Núria

Anónimo dijo...

Mi magistral narradora, de las pequeñas grandes cosas de la vida. Esos eternos insatisfechos que describes sabiamente, seres amargados, de mirada cejijunta, boca rugosa por el tabaco y sus insatisfacciones personales, entes que pululan por todos las ciudades del mundo, repartiendo su rabia, su desprecio por la vida, su necio propósito de vernos a todos amargados, bebiendo de su sopor, de su ajenjo atroz, se quedan en eso, viven y mueren replegados en su descontento, en su nulo contacto con la felicidad y alegría...
Muy buena descripción, mi querida catalana, como siempre un placer leerte...
Besitos desde mi largo y angosto Chile.

Tatiana

Núria dijo...

Mi querida Tatiana, de esa legión de amargados que, paradójicamente, tienen de casi todo, hay que mantenerse cuanto más lejos mejor. La vida, a pesar de todos los pesares, sigue siendo bella...verdad, amiga?
Cariñitos, amiga!
Núria

Amelia dijo...

Núria, hola guapísima, tenia tu bloc en favoritos, así que hoy con toda tranquilidad, voy descubriendo que eres muy buena escribiendo y detallando lo que ves a tu alrededor. Lo que he leído me ha gustado mucho.
Ya iré entrando para ver las novedades que escribes.
Petonets pel dos.
Amelia

Núria dijo...

Hola Amelia! Qué alegría verte por aquí! Bienvenida a mi blog y muchas gracias por tus comentarios.
Ya ves...ésta es mi pasión secreta...
Gracias por tu visita y petonets!
Núria

Anónimo dijo...

Hola Nuría! Me encantaría hacer un link a esta carta en mi Twitter, pero no me atrevo sin tu consentimiento.
Es la descripción perfecta de "ese alguien" q alguna vez nos hemos encontrado cerca.
Un saludo.
Marisa

Núria dijo...

Hola, Marisa! Ningún problema! Con "ese alguien", desgraciadamente, nos hemos topado todos alguna vez (o más de una...) en la vida, verdad?
Todo tuyo!
Un saludo!
Núria

PD: Y gracias por el detalle de pedírmelo. Te lo agradezco.

Anónimo dijo...

Muchísimas gracias a ti Nuria.
Voy a ello!
Un saludo.
Marisa

PD: Cuando releí el texto ya publicado, era tarde demasiado para modificar el acento ;)

Núria dijo...

De anda, Marisa! Espero te sea de utilidad y, en cuanto al acento...no se exactamente a qué te refieres, pero lo que escribiste me pareció correctísimo!
Un saludo!
Núria

Núria dijo...

Anda con el "anda", Marisa....
Eso...que quería decir "nada"...:)
Núria